La alergia al sol es un término que utilizamos para denominar popularmente a las diferentes patologías cuyos síntomas son derivados de diversas enfermedades dermatológicas y que tienen como elemento común la reacción de la piel ante las radiaciones del sol.
Algunas de las enfermedades
que se denominan como “alergia al sol” son por ejemplo la ELP o Erupción
Polimórfica Lumínica, la urticaria solar o el prurigo actínico. Sus síntomas
son similares a una reacción alérgica: granitos, aparición de pápulas, pequeñas
ampollas, lesiones, zonas enrojecidas, etc. Normalmente aparecen en el cuello,
el escote y los antebrazos, pero también son visibles en los brazos, piernas e
incluso en la espalda.
Para tratar
y evitar los problemas de alergia al sol y sensibilidad en la piel, lo más importante es la
prevención usando las cremas solares oportunas. El primer paso es escoger una
crema solar para pieles con riesgo elevado. En segundo lugar, debemos evitar la
exposición al sol durante las horas del medio día y en casos de gravedad,
establecer un tratamiento de “desensibilización”.
Este proceso conocido como
“fotoendurecimiento” o “desensibilización”, consiste en exponer la piel a los
rayos UV de forma gradual para conseguir una tolerancia mayor antes de la
llegada del verano. Normalmente si inicia en primavera y ayuda a muchos
pacientes a superar sus problemas con el sol, consiguiendo una piel saludable.
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